viernes, 9 de enero de 2009

No hay amor más sincero que el amor a la comida.

No lo dije yo, pero yo lo sostengo, no he dejado de comer pizzas de un lugar llamado Happy’s por muy buenas razones, sin embargo por las vacaciones, ya no he ido con mis amigos, mi estomago necesita ese afecto alimenticio, creo que de los mejores momentos que he pasado en mi vida han sido comiendo, y sin temor a que mi panza se desarrolle crezca y se reproduzca (con eso de que la gordura se contagie) voy a seguir comiendo.
Sin embargo tengo un problema, un problemota, soy gordofóbico, siempre he molestado a mi papá por ser gordo y ni es que sea tan gordo pero su panza me causa mucho malestar y pensar que yo algún día puedo desarrollar la mía si me incomoda un poco. Mi perro es igual que yo, se la pasa comiendo, su momento más feliz del día es cuando mi papá como en mi casa porque el siempre tira comida y así puede degustar gustosamente lo que estamos comiendo, anoche quería comerse un esquite tirado en el parque pero pues soy muy paranoico así que no lo deje.
Pero hay una luz al final del túnel, y de nuestros apetitos, ahora corro con mi perro y no importa cuánto comamos no engordaremos demasiado si seguimos haciendo ejercicio. Lo siento a mi anterior compañero de carreras pero nunca quería ir a correr.

domingo, 4 de enero de 2009

me sente ahí

Alguna vez pensé que había cosas seguras en la vida, y una era poder asomarme a un café y lo más seguro es que me encontraría con mi mejor amigo o sino con otros muy muy buenos amigos, ahí solo o acompañado, me ponía a pensar a veces en cosas serias, a veces en cosas muy muy tontas pero que servían a grandes propósitos, como hacernos felices… ahora eso ya no va a poder pasar.
Ya no hay bancas y aunque en la entrada de mi casa tengo la certeza de poderme sentar en la misma banca de siempre casi cuando lo quiera, no es el mismo lugar, no es el mismo olor, no es el mismo café y no es la misma magia.
Estoy seguro que si no fuera por ese mágico lugar en lugar de 9.8 de promedio hubiera tenido como 7, sin ese lugar no tendría a personas invaluables en mi vida, sin ese café no tendría a mi perro, y mientras pienso en todo esto me pongo triste.
No me gusta salir de mi casa, no me gusta ver gente, pero ahí era diferente, era como si fuera mi casa y esa gente estuviera visitándola muy amistosamente… ojala que todos los damnificados que quedamos sin ese mágico lugar podamos sentarnos otra vez a ver pasar coches, mi mamá decía que parecíamos vacas, y así le decía, el club de la vaca, seguro las vacas son muy felices, porque ahora que ya no puedo sentarme ahí, tomar un café y ver pasar coches, soy muy infeliz.